Que la educacion está cambiando es una
realidad que está fuera de toda duda. A veces los cambios son
achacados a las políticas educativas, otras veces al propio avance de la sociedad
y, por tanto, a las nuevas formas de vivir que se han de traducir también en
nuevas formas de sentir la educación.
El uso generalizado de
las Tecnologías de la
Comunicación y la Información (TIC). es un hecho consolidado, estas
tecnologías están aquí y han llegado a las escuelas para quedarse. Podemos
afirmar que en nuestra sociedad, las tecnologías que utilizan los medios
electrónicos y la digitalización desempeñan un papel primordial en nuestra
forma de entender la vida y son ya parámetros que sirven para medir la
exclusión social de los individuos y, por tanto, de las sociedades. Si la
competencia digital es ya un indicador de calidad para lograr la realización y
desarrollo personal a lo largo de la vida de los individuos, será necesario
pues poner los medios para que esta tecnología sea accesible a todas las
personas con independencia de sus capacidades psíquicas, físicas o sensoriales.
Las TIC en el aula a
puesto en jaque el papel que juega el docente en su aplicación, por lo que se
ha generedo dos posiciones existentes bien contrapuestas. Existen profesionales
que viven la utilización de las TIC con gran entusiasmo defendiendo su uso de
forma eufórica: para ellos ésta es una innovación tecnológica que marca otra
forma de “hacer educación”, los beneficios son claros y no hay marcha atrás en
la generalización de su uso. En el otro extremo se
sitúan los docentes que opinan que las relaciones humanas y el enriquecimiento
personal que se da entre los principales actores del proceso educativo
(docente-discente) no pueden ser remplazados por ninguna máquina. Esta
afirmación, que no deja de ser verdad, es exagerada si se lleva a su último
extremo.
Es necesario pues (como
en cualquier dicotomía educativa) situarse en una postura intermedia en la que
observemos las TIC como mecanismo de ayuda en el procesamiento de la
información y aprendizaje y sigamos observando el aula como marco idóneo en la que
las relaciones humanas (pensamientos, emociones,
interacción…) seguirán
estando presentes.
La infamación, su acceso, análisis, interpretación y producción, son el punto de partida para llevar a cabo el tránsito de
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